El voyeurismo. El arte de observar.
martes, 15 de diciembre de 2009
El mirón u observador (voyeur, significa mirar) se caracteriza por la contemplación de personas desnudas o manteniendo relaciones sexuales, consiguiendo así una excitación, que puede conllevar a una práctica sexual (masturbación) inmediata o posterior recordando dicha escena. El riesgo de ser descubiertos actúa, a menudo, como un catalizador de la excitación.
Suele permanecer ajeno a lo que observa, manteniéndose en un segundo plano. Hoy en día se utilizan mucho las grabaciones de cámara o móvil, búsqueda por Internet o simplemente persiguiendo parejas en su intimidad para satisfacer a sus ojos de tal espectáculo. Puede manifestarse de distintas maneras: la más común es que el voyeur se esconda para ver a alguien desnudarse o a una pareja teniendo relaciones sexuales, otra es que le pague a alguien para presenciar dichas escenas.
Es una conducta compulsiva, donde suele aumentar la frecuencia cardiaca, sudoración y ansiedad cuando aparecen los estímulos que desembocan en estas actividades. Cuando termina el acto voyeurista, desaparecen estos síntomas físicos. Según el Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) tanto el voyeurismo como el exhibicionismo se encuentran dentro de la categoría de parafílias.
Los hombres son los máximos padecedores, de este problema debido a que quizás son los que más dependen del sentido de la vista para excitarse.
En una actividad sexual normal, se produce excitación al contemplar el cuerpo desnudo de la pareja, pero está recogido dentro del marco de la relación sexual habitual, como también es normal excitarse en cualquier otra situación como respuesta física a un estimulo, pero en este caso el voyeurista, solo se excita de esta manera, recurriendo a observar situaciones ajenas a su propia experiencia, que luego necesita para tener una relación sexual, solo o en compañía, donde se imagina lo que ha visto.
El problema está cuando esa actitud se convierte en una adicción, se puede llamar entonces que es una enfermedad cuando se convierte en la actividad más importante, y siempre va a querer tener más y a necesitar más estímulos para poder ser saciado, de forma habitual, diaria o muy frecuente. Si esa conducta se interrumpe, la persona comienza a estar agitada, ansiosa, deprimida y a tener pensamientos obsesivos. Este tipo de personas tiene conflictos con la gente que los rodea y se suelen aislar socialmente.
Personalidad del voyeurista
Suelen ser tímidas y reservadas en la adolescencia, donde tienen verdadera dificultad para relacionarse con personas, les cuesta ligar. Muchas veces, este hecho no les importa ya que recurren a la pornografía para estimular su vacio emocional. Se sienten introvertidos y con una baja autoestima. Además de que van necesitando sensaciones fuertes a nivel sexual que confunden con necesidades emocionales por lo que se va estableciendo una dependencia y adicción a experimentar novedades continuamente.
La mayoría tienen pareja, de la que esconden estas conductas. A veces, encuentran a una tercera persona que comparte sus ideas y con ellas desarrollan sus fantasías de forma obsesiva.
El voyeur puede sentir vergüenza, miedo o ansiedad ante el coito, pero todas éstas son reacciones de algún trauma previo. Es la pareja quien suele pedir ayuda cuando se da cuenta del problema, es difícil notarlo, ya que el voyeur trata de ocultarlo. El síntoma principal es que pierde el interés sexual genital, porque lo único que le produce placer es ver. Suele ser cariñoso y detallista con su pareja, le disgusta hacerlo a oscuras y adora hacerlo frente espejos.
El candaulisme
Es cuando el mirón observa con placer a su pareja mientras mantiene relaciones sexuales con otra persona. Para muchos, sería un acto de consentimiento de compartir lo que le pertenece a uno. En este caso, disfrutan enormemente ya que creen que quién está con su pareja, es él mismo, cuando en la realidad no es así, es otro. Algunas mujeres ven como un capricho pasajero el hecho de que sus parejas le pidan que se acueste con otro, y éste presencie tal evento, temen que haya represalias (que luego le pidan lo mismo; él con otra y ella que mire) y que se convierta en una práctica habitual, por eso no dan el paso, o simplemente no les va ese rollo. Para ello, se debería profundizar totalmente en los deseos y necesidades de cada uno, y comentar de forma abierta lo que se espera de esa práctica, y sino se está preparado, mejor no hacer nada.
Causas y síntomas
Los psicoanalistas apuestan por una fijación a una etapa temprana del desarrollo como posible causa a esta parafilia, resultando de un comportamiento sexual que no es maduro. La persona repite un hábito sexual ocurrido en una etapa temprana de su vida. Una persona puede padecer de voyeurismo a raíz de haber tenido una educación demasiado restringida, en donde el sexo es visto como algo sucio y malo.
Otras teorías creen que la naturaleza repetitiva de las parafilias es causada por la incapacidad de borrar un trauma. Como una historia de abuso sexual o haberlo presenciado en la niñez, se encuentran en personas con este problema.
Algunas causas podrían ser:
Padres que humillan, castigan o premian a un niño que se pavonea desnudo
Orientar equivocadamente sobre la sexualidad en la infancia o adolescencia.
Ingesta de alcohol, drogas o excitantes a edades tempranas.
Problemas psicológicos y factores socioculturales en el ambiente familiar.
En ocasiones existen problemas de disfunción sexual, disfunción eréctil y una incapacidad para eyacular pueden ser trastornos comunes, cuando no están animados visualmente y no poseen un estimulo apetecible.
Tratamiento
Muchos de estos casos tienen solución, pero quién lo padece no suele consultar y cuando lo hacen, es porque los trae la familia, la policía o la orden de un juez por tener alguna denuncia por mirón (muchos tienen prismáticos y telescopios). Ellos no suelen vivirlo como una enfermedad salvo los casos que tengan conductas compulsivas que pongan en riesgo su integridad física y las de los demás; en esos casos se intenta con medicación y con psicoterapia y así muchos cesan en esas actitudes.
Castro Liz, Ana