Dos millones de euros que se han gastado en esto y aún no saben para qué se va a usar...
Foto: La Voz de Galicia
Hoy a las 20:00 habrá una cata literaria del escritor lucense Héctor Castiñeira, que se dio a conocer por su serie de libros de Enfermera Saturada aunque hoy día ya tiene un nombre propio como comunicador y una voz popular por sus muchas apariciones en televisión y medios de comunicación. Salvo que siga lloviendo como para tener que sacar una piragua, allí estaré y les animo a unirse porque estoy seguro de que será una magnífica cita.
Pero no les voy a hablar del acto en sí, que eso lo haré mañana, sino de una cuestión totalmente accesoria y que es ajena a la naturaleza de la cata y a la voluntad de Héctor (que no tiene nada que ver con este asunto): vamos a reflexionar sobre el lugar elegido para llevar a cabo la cata, el edificio llamado "impulso verde". Hasta donde yo sé, es el primer acto oficial y abierto al público que se celebra en ese espacio, porque hasta el momento sólo ha habido cosas de autobombo y publicitarias, pero sin uso real.
Aunque pueda parecer que con esta cata se da contenido al edificio, lo que se está trasluciendo es justamente lo contrario: al no tener uso definido se rellena con lo primero que se les pasa por la cabeza y se desviste un santo (que ya no estaba demasiado arropado) para vestir otro. ¿Qué pasa con el MIHL? ¿o con la vieja cárcel? ¿Ya no sirven para esas actividades? ¿Ahora le toca a la casita de madera ser anfitriona de todo y dejamos de lado las demás instalaciones?
Cuando se proyecta una obra, y más cuando la hace una administración con nuestro dinero, lo primero que ha de tener en cuenta es para qué se hace. Aquí no ha ocurrido tal cosa, se ha construido el edificio por construirlo, lo que va en contra del sentido común y del espíritu medioambientalista que se supone que dirige el proyecto. No hay edificio más verde que el que no se construye, y más teniendo un montón de inmuebles muertos del asco y que o bien están cerrados a cal y canto (caso del nuevo Auditorio) o infrautilizados como el MIHL o la Vieja Cárcel, por poner los dos ejemplos ya referidos por ser los más obvios, aunque hay muchísimos sitios más donde hacer este tipo de eventos.
No es un tema menor. Mientras construimos desaforadamente aumentamos los costes globales de mantenimiento, y eso sólo tiene sentido si hay una necesidad que cubrir, lo que no ocurre en este caso.
En los años 80 y 90 las administraciones optaron por racionalizar sus espacios y centralizaron sus servicios para ahorrar costes y dar mejor respuesta a las necesidades de interacción entre las diferentes ramas de sus propias organizaciones. Así nacieron los edificios administrativos del antiguo Seminario o el de la Xunta. Ahora vemos que se hace el camino contrario, pero aún peor de lo que estaba porque no es que se desperdiguen los servicios, es que se hacen obras sin función alguna más que la realización de la obra en sí misma.
Eso sí, para desdoblar Duquesa de Lugo llevan 30 años y aún están haciendo las expropiaciones del último tramo...